jueves, 16 de octubre de 2014

Game Over

Esta entrada se la dedico a mis amigos de Puerto de la Cruz y alrededores, porque el asunto es muy local aunque las conclusiones podrían ser universales. Alguien podrá decir que ya iba siendo hora de publicar algo, a lo que tal vez pueda responder que si el verano, las vacaciones, los cambios de actividad, la crisis... bah! excusas. Será la falta de inspiración. 
Lo cierto es que esta mañana a primera o segunda hora saltó una noticia aquí cerquita que no solo me ha llamado la atención sino que me ha hecho caer en una clásica reflexión: la de como nos transformamos y como se transforma nuestra pensamiento ante el fallecimiento de una persona, sobre todo si se trata de un personaje público o suficientemente famoso en su entorno. Y más allá aún, si al levantar polémica en algún momento de su vida (las acciones siempre tienen sus consecuencias) se ha ganado a pulso sus equipos de
seguidores y detractores.
Hoy a las 9:30 según los periódicos digitales encontraron muerto en su casa al hasta ahora alcalde de Puerto de la Cruz, D. Marcos Evangelista Brito Gutiérrez, nacido en Valverde (El Hierro) en 1940.
Todo esto viene porque precisamente desde mi llegada a Tenerfie me encontré en el lado de su opositores y más fieros adversarios políticos, ya que me sumé en su día a la protesta contra un proyecto urbanístico de dudosa reforma de una muy conocida zona del puerto. Por supuesto D. Marcos era unos de los principales responsabilizados de tal desatino. 
Lo que en este caso lamento es no haber llegado a conocerle personalmente ya que, por otra parte, siempre llegaban a mis oídos alabanzas hacia su persona, destacando su amabilidad y tal vez un carisma particular.
De modo que como observador externo, no tengo mucho sobre que opinar. Sólo puedo decir al respecto que comprobé de algún modo esa valoración positiva en una entrevista que le hicieron hace pocos meses en una cadena de TV local. Amable y educado, sin duda. Buen y experimentado político también en lo referente a su oratoria y el modo de presentar los argumentos.
Sobre lo que sí puedo hablar largo y tendido es sobre la maravilla de la condición humana. Lo vengo viendo desde niño, se muere alguien y todos los reproches desaparecen por arte de magia. Es una transformación automática: Pobrecito, tan bueno que era; un trabajador incansable, un luchador que se hizo a sí mismo... etc., etc. Sólo no entran en este círculo los verdaderos monstruos, como Hitler o Idi Amín (ojo, que estos también tuvieron y tienen sus partidarios) incluso dictadores más modestos como Pinochet o Franco. De este último vi personas llorar a mares tras su muerte y a otros celebralo con champgane.
Pero cuidado, no voy a entrar en la consasbida denuncia sobre actitudes falsas o de doble moral. No, no van por ahí los tiros. Pensaba de esa manera hace tiempo y ante un caso así solía quejarme de lo falsos que llegamos a ser los humanos, sin embargo hoy en día mi visión es distinta.
Y creo que la respuesta es muy simple. En lo más profundo de nuestro subconsciente existe la certeza de que esta vida no es más que un teatro donde venimos a desempeñar un papel y a jugar según un reglamento.
La vida es sueño, como escribiera Calderón. Acabamos la partida y a otra cosa. Quienes nos quedamos, en el fondo creo que siempre lo hemos sabido y después de acabada la partida para uno de nuestros compañeros o contrincantes, lo que realmente nos pide el cuerpo es despedirlo con cariño.
Game over, D. Marcos. Ahora toca descansar y preparar quien sabe qué. 
Has dejado huella, no importan ya las tormentas desatadas y las calmas adosadas; que aquí siempre quedamos unos pocos para seguir con el cachondeo cotidiano. Dejar huella en esta vida es importante porque es señal de que se hizo algo, seguro que eso es mejor que pasar por esta vida sin pena ni gloria.
Pues sí, a pesar de que estuve entre las filas de sus adversarios políticos, tengo que decir que siento sinceramente su partida, que echaré de menos sus siestas en los plenos, el Puerto seguramente ya no volverá a ser el mismo. Y lo digo de corazón, sin sentimientos contradictorios, no siempre somos falsos cuando sentimos la partida de una persona a la que en su día criticamos sin parar, puesto que todo esto no es otra cosa que una parte de un gran juego.

1 comentario:

  1. Intensa y sincera reflexión la tuya.
    Posiblemente suela pasar que cuando muere un contrario, adversario o “enemigo” al que se combatió por un tiempo prolongado (siquiera ganándole ni media partida), también muera el argumento o la excusa que ilusoriamente justificaba parte de nuestra propia existencia. De hecho, si lo observamos desde este ángulo, tal vacío nos llevaría a pasar un luto por la muerte de ese, nuestro aspecto. Luego, la opción habitual es encontrar una situación o entidad similar que llene el hueco y repetir el patrón in eternum, o podemos trabajar en nosotros, darnos cuenta de que no tenemos necesidad de depositar en nada externo una justificación para existir y decirnos sin reproches ni subjuntivos: Gracias por haber estado en mi realidad y haberle dado colorido al diario devenir; buen viaje.
    Abrazo Albert

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